Entre el huevo y la gallina
Cuando realizamos acciones debemos considerar todas las dimensiones en juego, sino difícilmente podamos cuantificar la efectividad de la misma. Es evidente que en consumo masivo, cuando orientamos nuestros esfuerzos al consumidor final también los debemos orientar al distribuidor (se acuerdan de push y pull?). Sí no lo hicieramos, seguramente los resultados no serían los ideales. Pero lo que muchas veces pasa en el mundo del marketing es que diseñamos distintos mecanismos para transmitir una idea y le damos el «crédito» final a algunos de ellos. Por ejemplo, si hacemos una acción promocional que implique un descuento en el punto de venta ¿sabemos realmente quién es el actor principal de esta historia? ¿podemos reconocer si tuvo más impacto la promo o el punto de venta?. Me he encontrado con muchas estrategias diseñadas cuyos méritos se los lleva la herramienta equivocada. Quizá la solución sea asignarle una cuota de éxito a cada herramienta, parece sensato, pero debemos asignar los éxitos en su justa medida.
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