Mantener fortalezas, potenciar debilidades

A mucha gente el tenis le parece un aburrido juego donde el objetivo es pasar la pelota por encima de la red. Admito que en algún momento lo visualicé de esa manera, hasta que me dí cuenta que la estrategia y la táctica se vislumbran en cada golpe. Rafael Nadal es el número 1 del mundo, destronando en las últimas semanas al mítico Roger Federer. Durante mucho tiempo compartieron el 1-2 del ranking hasta este lunes, en que Federer cayó al 3er lugar. Nadal siempre fue considerado un jugador de un enorme temperamento, un espíritu de lucha como pocos y una capacidad para defenderse digna de ser contada. La superficie predilecta de Nadal eran las canchas lentas de polvo de ladrillo, allí su juego defensivo era indesbordable. A Federer comenzó a doblegarlo en todas las superficies, con un juego que lo lastimaba mucho. Al ser zurdo, Nadal le hacía mucho daño con su drive cruzado y alto al revés de Federer. Pero la historia es otra, si Nadal quería convertirse en el mejor debía ser un buen atacante. Wimbledon, una superficie donde los que valorizan el ataque se potencian, es la confirmación de ese cambio. Difícil de doblegar cuando le toca defender, difícil de contener cuando le toca atacar. Las empresas deberían conocer estas enseñanzas.


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balseiro

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