Ya tengo mi e-commerce…¿y ahora?
Parece que ya estamos viendo algún rayito de sol luego de esta oscura noche. Era previsible pero más que nada necesario. La innovación fue un invitado que llegó sin avisar y tuvimos que improvisar para sacar nuestros negocios adelante. Una solución clara que estaba a la mano para quienes tienen tienda física, fue la implementación veloz de una canal de venta online para su negocio. El camino era claro, tarde o temprano iba a llegar. Ese cambio produjo que nuestra caja registradora no se resintiera tanto y ante un panorama que se vislumbraba muy oscuro, tener una «tienda abierta» significó un alivio para nuestras alicaídas arcas.
Ahora que estamos transitando un sendero con algo más de visibilidad, nos enfrentamos a nuevos desafíos. El e-commerce minimizó el impacto y, en muchos casos, migró a parte de nuestros clientes habituales de tiendas físicas a virtuales. Pero en ese mundo las reglas son otras, no hay avenidas con mucho tránsito, estacionamiento gratis, cartelería y señalética en el punto de venta, hermosos exhibidores, tampoco experimentados y empáticos vendedores de salón. Allí empezamos a competir con el mundo: los «shoppings» son grandes multinacionales que ocupan una página entera en buscadores, los datos de mercado abundan (pero no todos sabemos conseguirlos e interpretarlos), cambian las formas de captar clientes, de retener clientes y de interactuar con ellos. En definitiva, tener un e-commerce es abrir una tienda pero no es sinónimo de vender.
El desafío es nuevo, debemos resignificar nuestro rol de empresarios/gerentes y los que antes interpreten ese «barajar y dar de nuevo» son los que tendrán mejores cartas en la siguiente mano. Nos vemos en la próxima.
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