Ser el mejor

Se llama Horacio López. Le dicen Tato. Hay jugadores de basket que se destacan por su capacidad de salto, otros por su tiro exterior, algunos por el uno contra uno, otros por sus asistencias, algunos por su goleo, otros por su ascendencia sobre otros. Tato como jugador hacía de todo. Por eso no era de extrañar que terminara como mejor rebotero de un torneo pese a jugar hipotéticamente de ayuda base. Tato fue el mejor que yo vi, mezclaba las dosis exactas de lo que hace grandes a los deportistas. Tenía un talento innato, que hacía brillar notablemente gracias al esfuerzo. Era el más talentoso, pero también era el que más entrenaba. Una cosa va de la mano de la otra. Por ejemplo, en el deporte rey, las trayectorias de Forlán y Recoba muestran dosis dispares de talento y esfuerzo. En el mundo de los emprendedores sobran talentosos que fallan al creer alcanzar sus sueños. «No abuses de tu talento»-suelo decir en clase cuando veo que los ingredientes del éxito están mal repartidos. Tato no quiso ser mejor que nadie, simplemente mejor que él mismo.


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balseiro

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